dimarts, 6 de novembre del 2012





La apreciación de nosotros mismos y de los demás pasa por la contemplación y la meditación relajadas del espíritu, y el momento de empezar es el presente.
La contemplación supone concentrarse en un sujeto o un objeto concretos; por ejemplo, en el concepto de bondad afectuosa, o en la belleza de una mariposa. La meditación requiere mantener la mente en blanco, en un estado de conciencia, con libertad para aceptar cualquier sentimiento, idea, imagen o visión que la penetra y dejar que la asociación fluya para comprender su forma, su color, su esencia. Es el arte de observar sin pensar, sin hacer comentarios mentales [...].
La meditación acalla la cháchara que suele llenar la mente, y el silencio resultante nos permite observar sin juzgar, lograr un mayor distanciamiento y, con el tiempo, alcanzar un estado de conciencia superior.

Extracto de Muchos cuerpos, una misma alma de Brian Weiss

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