El alquimista
Un joven, deseoso de buscar el verdadero
conocimiento, abandonó todo y resolvió llevar una vida errante, para dedicarse
enteramente a la búsqueda de la sabiduría.
Estaba en una cierta zona de Asia, cuando oyó
hablar en una ciudad de un hombre sabio que vivía en una montaña lejana, y que
tenía la capacidad de fabricar oro de las piedras. Al oír esa historia, decidió
ponerse en camino, encontrar a ese sabio, y pedirle que le enseñase ese
maravilloso poder.
Tras muchas jornadas de camino y penalidades,
consiguió llegar al lugar donde vivía el alquimista, y le pidió que le enseñase
el don de fabricar oro. El anciano le miró compasivo, le dio una escoba de
barrer y le dijo: «Más tarde te enseñaré. Ahora, coge esta escoba y ponte a
barrer».
Cuando hubo terminado, el joven volvió a su
petición, pero el anciano le dio un delantal, y le conminó a que se metiera en
la cocina y preparase algo para comer. «Mañana te enseñaré lo que quieres saber
—le dijo—. Hoy se ha hecho muy tarde».
Al día siguiente, el alquimista encargó al
muchacho multitud de tareas: cavar un campo de hortalizas que había cerca,
arreglar el techo de la cabaña, ordeñar unas cabras... por la noche, el joven
volvió a preguntar, pero obtuvo la misma respuesta: «Mañana».
Pero el día siguiente fue igual que el
anterior: trabajos y más trabajos. Y fueron pasando los días, las semanas, los
meses y los años, y el muchacho no cesaba de trabajar, de encargarse de toda
clase de faenas. De vez en cuando, le recordaba al anciano su demanda, pero
siempre era igual la respuesta:
«Mañana».
Así, llegó el momento en que el muchacho, ya
maduro, se olvidó de preguntar: Ya no recordaba la intención que le había
llevado a aquel lugar. Se limitaba a trabajar y a descansar.
Entonces, una mañana, el maestro le llamó y
le dijo: «Muy bien, deja eso que estás haciendo y ven conmigo, porque voy a
enseñarte ahora cómo fabricar el oro».
El muchacho, que estaba regando la huerta,
respondió inmediatamente, sin volver la cabeza: «Mañana, maestro, ahora estoy
muy ocupado. Estas plantas necesitan agua».
Cuentos con Sabiduria
Cuentos con Sabiduria
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