dilluns, 7 de maig del 2012

CUENTOS CON SABIDURÍA


En nuestro ir y venir por este camino diario, la vida nos obliga a priorizar acciones. Nos obliga a tomar decisiones y a dar más valor a unas cosas que a otras. Aunque a veces es difícil priorizar unas frente a otras, saber cuáles son las importantes y cuáles son las superfluas.

Si conseguimos priorizar bien tendremos una gran ventaja, pues al tener que renunciar a algunas acciones, siempre renunciaremos a aquellas que son menos importantes. De esa manera evitaremos perdernos lo esencial y satisfactorio del camino y tendremos una línea clara para seguir.

El patriarca Zen, Sengzan, dejó escrito: “El Gran Camino sólo es difícil para aquellos que tienen preferencias”.

La siguiente historia nos explica de una manera física la escala de prioridades.

Al momento de haber empezado a hablar con sus discípulos, el maestro cogió un tarro grande de cristal, vacío, y empezó a llenarlo con las piedras que llevaba dentro de una bolsa. Cuando ya no cupieron más piedras en el tarro, pidió a los que le observaban si estaba lleno.

Todos contestaron que sí.

Entonces, el maestro sacó otra bolsa llena de pequeñas canicas de arcilla, y fue vaciándolas dentro del mismo tarro mientras iba removiéndolo, a fin de que esas pequeñas bolas llenaran los huecos que las piedras habían dejado vacíos.

Luego volvió a pedir a sus jóvenes discípulos si ahora el tarro estaba lleno. Ellos contestaron:

—Maestro, ahora sí que está lleno.

A pesar de la respuesta, el maestro volvió a coger el tarro, y sacando de debajo de la mesa un saquito de arena fina de la playa, fue vaciándola dentro del tarro mientras golpeaba éste con suavidad sobre la mesa, a fin de que la arena llenara todos los recovecos que habían quedado vacíos entre las piedras y las bolas de arcilla.

—¿Qué os parece? —les pregunto.

—Maestro, ahora sí que ya o cabe nada más.

Sólo entonces, el maestro preparó otro tarro igual que el primero, y empezó llenándolo con la arena que había sobrado del anterior. Cuando lo hubo llenado hasta el borde, y ante la mirada atónita de sus discípulos, volvió a sacar la bolsita de las canicas de arcilla e intento vaciarla dentro del tarro. Todas las bolas se derramaron sobre la mesa. Y lo mismo sucedió cuando intentó vaciar en el tarro las piedras que le habían sobrado.

Los discípulos miraban lo que hacía sin entender nada.

Fue entonces cuando habló y les dijo:

—Ahora quiero que comprendáis que vuestras vidas son como estos tarros de cristal vacíos. Las piedras grandes representan aquello que es realmente importante en la vida como la familia, la salud, el respeto, el amor, los amigos. Las pequeñas bolas de arcilla serían aquellas cosas a las que tenemos aprecio sin que sean del todo necesarias: la casa, el coche, la posición social, o hasta dinero y trabajo. Y la arena, que termina de rellenarlo todo sería el resto. Las cosas totalmente superficiales, las que podemos suprimir sin más.

—Después continuó diciéndoles.

—La enseñanza que os he querido trasmitir hoy es que si llenáis vuestra vida de las cosas realmente importantes, en ella tendrán también cabida las materiales y podréis rellenarla con las superficiales. Ahora bien, si como en el segundo tarro, de un principio llenáis vuestra vida de lo superficial, en ella ya no dejaréis espacio alguno para que tenga cabida nada más.

Cuentos de Sabiduría

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