dijous, 24 de maig del 2012

CUENTO


Cuentan que en la galaxia habitada por los Dioses, nació un hermosísimo hijo de la Ternura y el Deseo. A aquella hermosa criatura le pusieron de nombre Ilusión. Ilusión empezó su vida en aquel privilegiado lugar en compañía de sus también jóvenes amigos. Envidia, Rencor, Falsedad, Soberbia, Desencanto, Pereza, Mentira y alguno más.
Pronto fue consciente de que todos sus amigos crecían con rapidez, mientras, él seguía igual de menudo siempre. Además ya no le gustaba jugar con ellos, no les entendía. Únicamente lograba sobrevivir día a día gracias al amor que le profesaban sus padres. Ternura y Deseo se desvivían cada vez más por su hijo, pero llegó un momento en el que decidieron ir a pedir consejo a los grandes Dioses, necesitaban su ayuda.
Una vez que se hubieron reunido los Dioses de mayor rango y en boca de la Esperanza les comunicaron que habían decidido ayudarles y que enviarían a un mensajero para que se hiciera cargo de Ilusión.
Cuando llegó el mensajero de los grandes Dioses y empezó a hacerse cargo de Ilusión, pronto empezaron a notarse los cambios. Polvo de estrellas de la constancia, suaves brotes de fuerza, especias de la decisión. Algo de jarabe de voluntad, pequeñas pastillas de empuje y trabajo, postres bien condimentados con semillas de confianza, fueron desde entonces la alimentación básica de Ilusión.
Aquella pequeña criatura fue creciendo y a la vez haciéndose más bella y más fuerte. El milagro se había producido, Ilusión crecía y se desarrollaba con gran rapidez.
Llegó el día en que el mensajero de los grandes Dioses le dijo:

—Mucho hemos caminado y compartido juntos, ahora ya únicamente te queda cumplir una prueba. Una prueba que aquellos que antes conocías y que crecieron antes que tú, nunca podrán recorrer, pero que para ti será definitiva para demostrarte que realmente eres Ilusión y lo que puedes conseguir. Tienes que buscar, encontrar y llegar hasta Meta, no es necesario corras, basta que pongas en ello todo el empeño de tu corazón. No es una prueba donde la rapidez sea esencial, lo es mucho más la persistencia. Yo estaré esperando junto a ella cuando llegues.

Ilusión inició en seguida la búsqueda, todos sus deseos se encaminaron hacia el objetivo de esa búsqueda, el de encontrar y llegar a Meta. No vaciló en afrontar situaciones complicadas, no desistió en momento alguno de su empeño, hasta que al final lo consiguió.

En aquel momento, Ilusión se convirtió en Realidad.

—Ahora ya puedes saber quien soy —le dijo el mensajero de los grandes Dioses, presentándose como quien realmente era. El mensajero que había ayudado a crecer a Ilusión hasta que se convirtió en realidad era, Perseverancia.

Cuentos con Sabiduría

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