dijous, 14 de febrer del 2013




La escritura no solamente sirve para transmitir ideas, sentimientos y emociones. Usar la escritura como herramienta de autorreflexión es una poderosa medicina cuyos beneficios, según ha podido comprobarse recientemente, inciden tanto sobre la salud como sobre las relaciones con los demás. Las palabras también nos acompañan en nuestro camino hacia el autoconocimiento y el bienestar.
Desde la civiliación sumeria, en el cuarto milenio antes de Cristo, el ser humano ha usado la escritura para fijar cuentas, fechas y acuerdos. Pronto la escritura sirvió también, y fundamentalmente, para transmitir ideas y sentimientos. Pero no ha sido hasta hace muy poco cuando se ha descubierto su poder terapéutico.
Con la escritura podemos tomar el control sobre los momentos traumáticos o estresantes de nuestra vida. Escribir puede ser una avenida hacia un lugar interior donde podemos confrontar traumas y ponerlos a descansar y sanar.
En definitiva la escritura reflexiva-mediante la que destapamos y afrontamos con honestidad, desinhibición y coherencia los problemas que nos afectan, relacionándolos con los pensamientos, emociones y sentimientos negativos que de ellos se derivan- hace que nuestra salud mejore notablemente, tanto físicamente como psicológicamente.
Dedicar cada día unos minutos a escribir sobre nuestros conflictos bastará para sentirnos mejor. Si la escritura nos resulta demasiado dolorosa, debemos detenerla por ese día, hacer otra cosa, cambiar de actividad, relajarnos y descansar. Podemos retomarla al día siguiente, dispuestos a progresar, a mantener el compromiso con nosotros mismos. Hay que tener presente que los pensamientos, las emociones y la creatividad que estamos desarrollando son algo muy valioso, mágico y personal, la prueba de que estamos vivos, de que podemos hacerlo y que eso nos llevará a mejorar nuestras capacidades y calidad de vida.
La medicina de la escritura no solo mejora nuestra salud física, también nos ayuda a conocernos mejor, con nuestros problemas y alegrías, virtudes y defectos, fortalezas y debilidades...Nos aporta serenidad, haciéndonos emocionalmente más inteligentes entre lo positivo y lo negativo. Nos hace personas más adaptativas y enriquece nuestras relaciones.
Escribir puede sanar. Y este poder queda en nuestras manos.

Manu Rodríguez
(periodista, escritor y articulista)

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