Cultivar la sencillez interior y exterior
La sencillez interior no es simplismo, sino ausencia de complicación, de esa complicación interior que suele proceder de darle vueltas a los problemas. Para cultivarla hay que esforzarse por
- quitar tensiones
- “no llevarse los problemas a casa”: dejar cada problema en su sitio.
- saber que pensamientos nos convienen y cuáles no.
- Desechar la tentación, si se presenta, de “cultivar una imagen artificial” de nosotros mismos, de aparentar lo que no somos, buscando la aceptación y el agrado de los demás.
- Mostrarnos tal como somos, con naturalidad, sinceramente, con nuestras virtudes y defectos.
- Cultivar la seguridad en uno mismo, que nace de la confianza en Dios.
- No hacer –por caridad y prudencia— juicios precipitados y aventurados sobre personas y situaciones.
- Aprender a decir la verdad sin herir. No debemos decir lo contrario de lo que pensamos por temor a molestar, pero debemos aprender a decir lo que pensamos.
- Cultivar la moderación, evitando las reacciones desproporcionadas o extremistas y los juicios precipitados.
- Sencillez interior, sin caer en el egoísmo de pensar qué opinarán de mí los que me rodea.
- Procurar no“adivinar” intenciones en los demás: ser comprensivo, con una actitud de escucha y comprensión hacia los otros.
- Quitar la tentación de retraerse o inhibirse, por miedo a molestar a los demás o atraer sus críticas; en todo, en el trato social, en la acción evangelizadora, etc.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada