divendres, 19 d’octubre del 2012





Cuando el arquero estira la cuerda, puede ver el mundo entero dentro de su arco. Cuando sigue el vuelo de la flecha, este mundo se aproxima a él, lo acaricia y hace que tenga la sensación perfecta del haber cumplido.
Si se mantiene la elegancia y la concentración durante todo el proceso del disparo, en ese momento, se sentirá la presencia del Universo y verá que su acción ha sido justa y merecida.
Un guerrero de la luz, después de cumplir con su deber y transformar su intención en gesto, no necesita temer nada más; ha hecho lo que debía. No se ha dejado paralizar por el miedo, aun cuando la flecha no alcance el blanco, tendrá otra oportunidad, porque no ha sido cobarde.

Pablo Coelho

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