¿Sabías qué?: La mariposa más grande del mundo es la Attacus Atlas. Originaria del Sudeste Asiático puede alcanzar los 30 cm de extensión.
dissabte, 31 d’agost del 2013
Los seres humanos organizamos la información de forma que ésta nos pueda servir para predecir lo que ocurrirá en futuras ocasiones, ya que ésto nos proporciona cierta sensación de seguridad. Pensamos: si “comprendo” lo que está ocurriendo ahora, podré reaccionar de forma más hábil en situaciones parecidas posteriores.
Aunque es indudable que aprender del pasado puede resultarnos muy útil, a menudo no realizamos este proceso de manera óptima. Como la principal motivación a la hora de organizar mentalmente el mundo es eludir la ansiedad que nos produce la incertidumbre, a menudo priorizamos este objetivo en detrimento de otros igualmente importantes como el procurar construir un modelo de la realidad lo más fiel posible a la misma. A esta dificultad hay que añadir la gran complejidad de las situaciones en las que nos relacionamos con otras personas, que nos obliga a menudo a simplificarlas mentalmente agrupando y etiquetando la información para poder manejarla con más facilidad.
Los problemas surgen cuando no sólo etiquetamos y simplificamos las situaciones, sino también a las personas con las que nos relacionamos. Si os fijáis, la mayoría de nosotros tiene extraordinariamente arraigado el hábito de etiquetar a los demás. Cuando conocemos a alguien, solamente mirando su aspecto físico aparecen en nuestra mente varios adjetivos, que se completan con otros tantos cuando le vemos hablar o actuar. Hacemos lo mismo con aquellos con los que nos relacionamos casi a diario, como nuestros compañeros de trabajo, familiares o parejas. Cuando alguien se olvida de algo le soltamos alegremente un “es que eres un desastre, siempre te pasa igual”, cuando nuestra pareja no responde a nuestras necesidades como a nosotros nos gustaría pensamos “es un egoísta”, cuando nuestro hijo no estudia como nosotros creemos que debería hacerlo le hacemos saber que “está hecho un vago”.
Seguramente, mucha gente podría defender este tipo de comentarios argumentando que se hacen con buena intención, para que la otra persona se de cuenta de sus errores y mejore día a día. Lo curioso es que ésta manera de relacionarnos con los demás consigue precisamente lo contrario: los estanca, les dificulta evolucionar como personas. Cuando hacemos este tipo de comentarios a los demás les estamos enviando el mensaje implícito de que aquel “defecto” o fallo forma parte de su persona y no se puede modificar. Al calificar a la persona y no a su acción concreta actuamos como la Medusa en la mitología griega: convertimos al otro en una estatua de piedra rígida e inmóvil. Como desde pequeños construimos nuestra imagen en gran parte en base a lo que las personas que nos rodean opinan de nosotros, acabamos integrando estos comentarios a nuestra personalidad pensando que en realidad somos desastrosos, unos vagos o unos egoístas. Lo mismo ocurre cuando una persona tiene una enfermedad, sobre todo si se trata de una enfermedad mental. Es por eso algunos psicólogos preferimos hablar de “personas con depresión” o “personas con alcoholismo” que de “depresivos” o “alcohólicos”.
Si deseas sinceramente ayudar a mejorar a las personas que te rodean, debes empezar por detectar cuándo las etiquetas. Te puede ser útil identificar las tres fórmulas que se suelen utilizar al etiquetar: el verbo ser (“eres” una histérica, un egoísta, un hipócrita...), los siempres (“siempre haces tal o cual cosa”) y los nuncas (“nunca” harás nada en la vida, “nunca” me haces caso...).
Una vez detectadas estas fórmulas puedes sustituirlas por otras que se adapten más a la realidad y den la oportunidad a la otra persona de intentar hacer las cosas de un modo distinto en un futuro. El verbo ser se puede sustituir fácilmente por el verbo estar, que enfatiza el carácter temporal y no estático del estado de la persona: así, por ejemplo, diríamos “ahora estás nerviosa” en vez de “eres una histérica”. Los siempres y los nuncas se pueden suplantar por un “en este momento”, “esta vez” o “en esta ocasión”, así diriamos por ejemplo “ahora no me estás haciendo caso” en lugar de “nunca me prestas atención”.
Aplicando estos pequeños y sencillos cambios en tus relaciones cotidianas, podrás transmitir a la otra persona que su comportamiento actual no te parece correcto sin “petrificarla” ni dañar su auto-imagen. Tus comentarios le expresarán implícitamente que piensas que es un ser dinámico capaz de seguir creciendo y evolucionando día a día. Se trata en definitiva de ayudar a construir un clima de confianza y seguridad que permita a la otra persona de explorar nuevas maneras de actuar sin añadir más angustia al proceso.
Crecimiento Interior.
Crecimiento Interior.
¿Sabías qué?: Los aztecas convirtieron a la mariposa en diosa. La bautizaron con el nombre de Xochiquetzal, que significa “flor preciosa”. En sus grandes fiestas solían adornar las calles y las casas con flores, y los niños se disfrazaban de mariposa.
Permitir que los demás crezcan y labren su propio camino es uno de los más bellos gestos de respeto, amor y amistad.
A la mayoría de nosotros nos han transmitido desde muy pequeños la importancia de tratar con respeto a las demás personas y a nuestro entorno. Desgraciadamente, el cultivo del auto-respeto no ha recibido tanta atención.
Respetarse a uno mismo es atender y satisfacer las propias necesidades y valores y expresar y manejar de forma conveniente sentimientos y emociones, sin hacerse daño ni culparse.
Aunque esta habilidad resulta básica para nuestro bienestar, a menudo vivimos dándole la espalda. Muchas personas guían su conducta según lo que los demás esperan de ellas, sin pararse a pensar en lo que ellas realmente necesitan. Este patrón hace que a menudo conozcamos a personas que han tomado decisiones vitales importantes teniendo en cuenta solamente el exterior, de forma que acallan lo que llevan dentro, lo que realmente son: escogen carrera según el anhelo de sus padres, deciden tener hijos porque a sus parejas les hace ilusión, e invierten muchas horas de sus vidas en actividades que no les hacen felices sencillamente porque es “lo que toca hacer”, lo que creen que se espera de ellos.
Mantener esta actitud de forma prolongada en el tiempo suele provocar problemas emocionales a largo plazo debido a una sencilla razón: las necesidades reales se pueden acallar momentáneamente, pero es imposible silenciarlas para siempre.
A menudo, la negación continuada de la propia satisfacción acaba saliendo a flote al cabo de los años en forma de un cansancio o insatisfacción difusos: uno tiene la sensación de que las cosas no acaban de ir bien, se siente como alienado de sí mismo. Esta sensación, aunque inicialmente desagradable, es extremadamente valiosa debido a que es la herramienta que usa nuestro interior para alertarnos de que llevamos algún tiempo “desconectados”. La metáfora del enchufe y la bombilla nos puede ser útil para comprender esto: cuando actuamos en consonancia con lo que realmente somos brillamos como si fuésemos una bombilla conectada a la red eléctrica. Sin embargo, cuando nos dejamos de escuchar a nosotros mismos y vivimos nuestra vida sólo teniendo en cuenta el exterior esta conexión se rompe: al igual que la bombilla, poco a poco nos vamos apagandoi y nuestra energía disminuye.
Como ocurre con el respeto hacia los demás, el auto-respeto no es algo estático que se tiene o no se tiene, sino más bien se trata de una habilidad que podemos cultivar a lo largo de nuestras vidas.
El primer paso es observarte y preguntarte si estás viviendo tu vida como realmente deseas, si tienes en cuenta tus necesidades a la hora de decidir cómo manejar tus asuntos y si actúas según tus propios valores en tu día a día.
Respondiendo con sinceridad estas cuestiones podrás ser consciente de si en este momento de tu vida te estás respetando plenamente o no: este es el primer paso para la mejoría. Si te das cuenta de que no es así no te preocupes, ahora tienes la oportunidad de hacer que esto cambie.
Intenta clarificar los valores que guían actualmente tu vida y replantéate su importancia: ¿realmente crees en ellos? ¿son importantes para ti? ¿hay otros valores que sean importantes que no estés teniendo en cuenta? Puedes ayudarte de lápiz y papel para organizar tus ideas. Seguramente acabarás tomando consciencia de algunas de tus necesidades actuales a las que actualmente no prestas mucha atención, a la vez que descubrirás que estás invirtiendo tus recursos en cosas o actividades que quizá no son tan importantes para ti.
Una vez hecho este proceso la solución es fácil: intenta quitar tiempo y energía a lo que no te resulta importante en realidad e inviértelo en dirigir tu vida hacia donde realmente quieres. Haciendo esto comprobarás como poco a poco empiezas a brillar con más fuerza.
Respetarse a uno mismo es, en definitiva, darse la oportunidad de ser feliz. Es tomar las riendas de la propia existencia y trabajar día a día para mantenerse conectado con lo que uno realmente es pese al incesante ruido exterior.
Crecimiento Interior
Una brizna de hierba dijo a una hoja caída de un árbol en otoño:
-¡Cuánto ruido haces al caer! Espantas todos mis sueños de invierno.
La hoja replicó indignada:
-¡Tú, nacida en lo bajo y habitante de lo bajo, eres insignificante e incapaz de cantar! ¡Tú no vives en las alturas y no puedes reconocer el sonido de una canción!
La hoja de otoño cayó en tierra y se durmió. Y cuando llegó la primavera despertó nuevamente de su sueño y era una brizna de hierba.Y cuando llegó el otoño, y fue presa de su sueño invernal, flotando en el aire empezaron a caerle las hojas encima. Murmuró para sí misma:
-¡Oh, estas hojas de otoño! ¡Hacen tanto ruido! ¡Espantan todos mis sueños de invierno
K .Gibran
"LA VERDADERA AMISTAD ES LA QUE SIGUE A TU LADO INCLUSO CUANDO NO TE QUEDA NADA POR OFRECER"
La amistad es como la salud:
Nunca nos damos cuenta de su verdadero valor hasta que la perdemos.
Cultivar un verdadero amigo requiere dedicación y tiempo.Un verdadero amigo es alguien capaz de tocar tu corazón desde el otro lado del mundo.
Un verdadero amigo es aquel que entra cuando todos los demás se van.
Un verdadero amigo es alguien que te conoce tal como eres, comprende dónde has estado, te acompaña en tus logros y tus fracasos, celebra tus alegrías, comparte tu dolor y jamás te juzga por tus errores.
Quién descubra la verdadera amistad, se encuentra con un tesoro.
La amistad duplica nuestras alegrías y divide nuestra tristeza.
Una respuesta honesta es señal de una amistad verdadera.
Es muy difícil encontrar un buen amigo, más difícil todavía dejarlo e imposible olvidarlo.
Un verdadero amigo es quien te toma de la mano y te toca el corazón, es como la música: dos cuerdas del mismo tono vibrarán ambas, aunque sólo toques una .
"El esplendor de la amistad no radica en una mano extendida, en la bondad de una sonrisa o en el placer de una compañia, sino en la insipiración del espiritu al descubrir que alguien cree en nosotros y está dispuesto a brindarnos su confianza"
(Emerson)
dilluns, 26 d’agost del 2013
Lo más sublime y etéreo está a nuestro alcance. Sólo tenemos que ansiarlo, conquistarlo, defenderlo y...por fin...alcanzarlo.
La verdadera amistad no se trata de quién vino primero o de quien |
te conoce más tiempo; Se trata de quién llegó y nunca se fue. anónimo |
dimecres, 21 d’agost del 2013
Avui després d'un temps llarg de aillament de dibuix, les meves mans han tornat agafar el llàpiz i han dibujat. L'escriure el porto encarnat a dintre meu, el dibuixar és una mica més superficial, però avui he pres goix. Per fer totes les coses, el millor ingredient i ademés sà i natural es la estima.
Rosa
"SORTIR D' UNA EMOCIÓ TÓXICA I SER FELIÇ ÉS UN DRET QUE ET PERTANY I HAS DE CONQUISTAR TU MATEIX. PERÒ ES UNA BATALLA QUE TÉ COM A BOTÍ UN PREMI GRAN: LA TEVA LLIBERTAT." Bernardo Stmateas
dimarts, 20 d’agost del 2013
No vas néixer per cuasalitat, vas neixer perque tens un propòsit, un sommi que porta el teu nom i t'està esperant.
El teu destí és la recuperació, l'amor, la felicitat, la plenitud i la vida abundant.
Estàs més que capacitat per aconseguir la teva propia transformació interior. I estàs a punt d'aconseguir-ho. Gaudeix-ne!
Stamateas
Les emociones existeixen perquè les sentim, però no per dominar-nos la vida, ni per encegar-nos la visio, ni per robar-nos el futur, ni per apagar-nos l'energía, perque, en el momento en què facin tot aixó, es tornaran toxiques.
Guarir les nostres emciones implica preparar-nos a nosaltres mateixos per alliberar-nos de les emocions negativas i toxiques que, en definitiva, no ens ajuden a trobar una solución.
Recorda que el mes important en qualsevol circunstancia no és el que passa al teu voltant, sinó el que passa dins teu.
Ningú no pot sortir d'una crisi o d'un dolor si permanenment escolta d'ell mateix paraules de dolor, d'angoixa i de fracàs.
També has de tenir present que la flexibilitat és una eina de la qual he de disposar. Ens hem de donar permís per equivocar-nos, enfadar-nos i plorar. També per sentir ràbia i enuig, i per perdonar-nos,guarir-nos, recuperar-nos i tornar a ser feliços.
Recorda que som capaços de transformar una emoció tòxica a través d'accions positives i he de ser conscients que podem fer-ho.
Cal que, encara que ens consti, ens dirigim decididament al que sabem que ens fa bé i ens genera benestar: EL CANVI.
Tu pots triar superar sigui quina sigui la situació en la qual et trobis. No permetis que les emocions toxiques t'acompanyin per sempre! Avui pot ser un bon dia per canviar de rumb.
Només has de triar per tu. A la vida tindrem problemas, dificultats, moments inoblidables i altres que no voldrem recordar, però de tots ens podem sobrepasar.
Stamateas.
diumenge, 18 d’agost del 2013
Les aperiencies enganen, si axines és com penso; un pot donar una imatge real de magror després de pasar per una dolencia somática dura, però el vertader important és el interior sà d'un mateix. Les persona podem estar passant per una adversidad, d'aquestes que la vida et fa mes fort i cultives un creixament interior amb fortalessas consolidades, juntament amb una maduresa sublim, experiencies menos bones però que si fas un análisis emocional, vas observant que era necessari pasar-ho per donar-te conte de moltes coses, moltes passant de llis, o que no volies donar-te conte, per por, per falta de coratge,
Un pot estar magre fisicament però interiorment pot estar més plé, sà i saludable, estimat, respetat i valorat més que mai, i això és la essènsia més important...se un ell mateix amb plena llibertat de pensaments i actuacions. El temps i només el temps actua i possa les coses el seu lloc, sense pressa i sense obsessions.
Rosa
dissabte, 17 d’agost del 2013
Perseverança és no defallir, i és veure que, quan sigui l'hora, recolliràs el que vas sembrar.
B. Stamateas
El temps dependrà de la dimensió del proyecte, per aixo has de perseverar especialmente en els moments de dificultat.
El desig més profund de Demóstenes era ser un gran orador, però va néixar tartamut, per tal d'aconseguir-ho, es va posar pedres a la boca per incrementar la seva dificultat. Va pensar que, si podía parlar amb les pedres a la boca, quan se les tragués la tartamudesa desaparexeria i aconseguiria parlar normalment. Demòstones va ampliar la seva limitació.
És a dir,que, per vencer laa limitació que patia, va agreujar el seu problema, perqué, si era capaç de resoldre'l, la seva dificultat passaria a ser secundària. De vegades, perqué el problema et sembli senzill, hauràs d'agreujar la seva dificultat.
"Amplia les tevés limitacions i trobaràs
la vertadera mesura del teu poder."
Stamateas
Perquè la llei t'afavoreixi has de tenir en compte dues coses:
1- Paciència activa. Amb la nostra boca i les nostres paraules determinen: "Espero, confiat, que demà les meves circumstàncies canviin per bé". És la declaración d'una espera activa, en moviment.
2- Perseverança. És sostenir el en el temps, malgrat els obstacles, i seguir actuant. En aquests punt és on molta gent s'equivoca perquè volen, fan, segueixen volant, però davant del primer problema abandonen. Al principi están molt entusiasmades amb el desig, fan tot el posible per aconseguir-ho, però no són perseverants i, finalment, deixen que tot se'n vagi en orris.
B. Stamateas
dijous, 8 d’agost del 2013
Para que nuestra vida tenga un sentido pleno es necesario comunicarse con honestidad con el yo que todos tenemos dentro. Está en nosotros tomar las riendas.
Cuando somos sinceros, nos comunicamos con transparencia. No fingimos y llegamos al otro sin corazas. Esta sinceridad se fortalece cuando estamos alineados en pensamientos, palabras y acciones. En cambio, cuando nuestras palabras expresan un mensaje mientras nuestro cuerpo está transmitiendo otro, estamos desalineados. Esto indica que nuestro diálogo interior no es claro, ni fluido. Quizá ni siquiera nos planteamos esa conversación entre corazón y mente, entre intuición y lógica.
Decirse la verdad a uno mismo es difícil. Según Epicuro, los tres pilares de una buena vida son la cultura, la amistad y el diálogo basado en la palabra. Esta debe ser profunda y verdadera para que todo tenga sentido y contenido. La dificultad radica en la falta de diálogo sincero con uno mismo. Las causas que nos lo dificultan son varias:
- Nos parece complicado mirar hacia nuestro interior. No se nos ha educado en ello. La sociedad del consumo y del entretenimiento provoca estímulos que nos distraen, y nos olvidamos de nosotros mismos. Es lo que buscan muchas personas, mirar hacia fuera antes que ordenarse por dentro. Muchas caen en un consumismo fácil, que les arrastra además a una carga económica adicional.
"La mayor parte de las personas occidentales son más testigos que ciudadanos que participan y reaccionan", me dijo recientemente Federico Mayor Zaragoza. Si mantuviéramos un diálogo sincero con nosotros mismos, adoptaríamos posturas más radicales, más transformadoras de la realidad. Dejaríamos de ser espectadores para ser actores que inciden en el mundo y lo transforman. Para ello, Gandhi ya nos dijo que "debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo". El cambio empieza en cada uno de nosotros y se basa en ser sinceros con lo que queremos.
Hablarnos con honestidad
- Tememos ver nuestras sombras interiores, nuestros miedos y nuestra vulnerabilidad. Huimos de ello viviendo hacia fuera. "No te entregues a tus miedos -dice el alquimista en la obra de Paulo Coelho-; si lo haces, no podrás hablar con tu corazón".
- Dedicamos poco tiempo a la reflexión y al auténtico diálogo. Tenemos conversaciones pendientes con nosotros mismos y con otras personas. Al irlas posponiendo, funcionamos más con el piloto automático, con patrones de comportamiento "habituales". Las conversaciones sinceras nos facilitan ver con claridad lo que tenemos que conservar, mejorar o modificar. Hagamos una lista de conversaciones pendientes y dediquemos un tiempo para tenerlas. Dejemos de posponer y abrámonos al diálogo.
- Nos preocupa excesivamente la opinión de los demás. Nos evaluamos basándonos en la visión que el otro tiene de nosotros. Pero seríamos más felices y tendríamos una mejor autoestima si nuestro sistema de autoevaluación se rigiera por nuestros valores, nuestra ética de la responsabilidad y nuestro diálogo interior. Sin embargo, desde jóvenes aprendimos a depender de la aprobación ajena. Cuando hacíamos algo correcto según su mirada, se nos consideraba buenos. Y confundimos esa mirada de aprobación con amor. Pero cuando hacíamos algo erróneo según su mirada, se nos etiquetaba de "malos" y se nos negaba esa ola de energía apreciativa. Así aprendimos desde la infancia a creer en "ser bueno" o "ser malo" y creció en nosotros el sentimiento de culpa, cuya esencia es el autorreproche moral. Aunque preferimos culparnos que cambiar un patrón. Ser sinceros con nosotros mismos es ir a la raíz de lo que debemos arreglar. La culpa nos avisa de ello. Si nos disponemos a verlo, a dialogar y a aclararlo, vamos bien encaminados.
Estamos constantemente conversando con nosotros mismos. Incluso cuando no somos conscientes de ello, nuestra mente está en una cháchara constante. Cuando los pensamientos que creamos son inconexos entre sí, las palabras provocan ruido mental, que supone una polución de pensamientos inútiles y sin sentido. En esos momentos es bueno pararse, respirar profundo, centrarse y conectar con lo que sentimos. Así recuperaremos la sinceridad de la palabra que surge del corazón.
Ser sinceros con nosotros mismos implica escucharnos. Hay muchas voces internas que nos hablan, como son la voz del miedo, del ego, de la avaricia y los deseos, del pasado, de la autoestima, de los valores, de nuestros anhelos más profundos, además de las voces de las personas que tienen relación con nosotros y que nos dan su opinión. Para tomar decisiones adecuadas es necesario tener un buen discernimiento. ¿A qué decimos sí y a qué decimos no? Necesitamos estar centrados. Eso se consigue meditando.
También nos ayuda a decidir el tener claros nuestros objetivos. Así podremos evaluar cuáles de las oportunidades que se nos presentan nos acercan a lo esencial y cuáles nos alejan. Aunque en nuestra conciencia sabemos que a veces deberíamos decir "no", decimos "sí" por miedo a ofender, a parecer incapaces, por vergüenza, para evitar un enfrentamiento o incluso por culpabilidad de no estar ahí para alguien. Entonces es un "sí" con sumisión, en el que nos dejamos llevar por la inercia. Gandhi escribió: "Debemos negarnos a dejarnos llevar por la corriente. Un ser humano que se ahoga no puede salvar a otros".
Nuestro yo interior
"Somos una conversación" (Hölderlin)
Tanto si decimos "sí" o si decimos "no", cuando la decisión se basa en algún miedo, tendremos que justificarla e internamente nos sentiremos inseguros porque nuestro corazón no está ahí. Una decisión basada en el temor y con el objetivo de mantener una aparente seguridad, paradójicamente, nos mantiene inseguros por dentro. No hemos sido sinceros con lo que sentimos.
Se trata de aprender a decir "sí" o decir "no" con asertividad, con respeto hacia uno mismo y hacia el otro. Decir "no" con asertividad y con energía positiva implica que lo hemos reflexionado, que tenemos buenas razones para decir "no". Nuestro "no" surge de una energía positiva y no del rechazo, ni del rencor. Sentimos empatía hacia la persona o situación. Pero le explicamos que no es el momento y le ofrecemos alternativas.
Escuchar nuestra conciencia
Estamos condicionados mentalmente a juzgar. Nuestro juez interior etiqueta a los demás y a nosotros mismos. Entrar en un espacio de conversación sincera con uno mismo requiere manejar a nuestro saboteador y juez interior que no acepta lo que es, que etiqueta precipitadamente y reprime la voz de nuestra intuición, de nuestro corazón. Necesitamos un diálogo que nos permita poner al crítico interior "en su sitio", que deje de reprimirnos y de obstaculizar nuestras ilusiones. Para ello debemos escuchar la voz de nuestro corazón y atrevernos a seguirla. En la reflexión silenciosa conectamos con lo que realmente queremos, y desde ahí iniciamos el diálogo sincero.
Ser sincero con uno mismo es una liberación, ya que uno deja de intentar ser otra persona. Dejamos de estar divididos entre dónde estamos y dónde nos gustaría estar, eliminamos la tensión entre el aquí y el allí. Dejamos de compararnos continuamente con los demás. Nunca podemos ser otro. Cuando queremos aparentar y vivir la vida como la vive otro, dejamos de estar presentes y negamos nuestra excepcionalidad, belleza y valor como individuos. La sinceridad nos conecta con ello estando presentes en nosotros mismos. Esta presencia facilita alinear la voz de nuestra conciencia con lo que decimos y hacemos. Así, nuestras decisiones son coherentes con nuestros valores.
C.Interior
Decirse la verdad a uno mismo es difícil. Según Epicuro, los tres pilares de una buena vida son la cultura, la amistad y el diálogo basado en la palabra. Esta debe ser profunda y verdadera para que todo tenga sentido y contenido. La dificultad radica en la falta de diálogo sincero con uno mismo. Las causas que nos lo dificultan son varias:
"Hay voces internas que nos hablan: el miedo, el ego, la avaricia, los deseos, el pasado... ¿a qué decimos sí y a qué decimos no?"
"La mayor parte de las personas occidentales son más testigos que ciudadanos que participan y reaccionan", me dijo recientemente Federico Mayor Zaragoza. Si mantuviéramos un diálogo sincero con nosotros mismos, adoptaríamos posturas más radicales, más transformadoras de la realidad. Dejaríamos de ser espectadores para ser actores que inciden en el mundo y lo transforman. Para ello, Gandhi ya nos dijo que "debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo". El cambio empieza en cada uno de nosotros y se basa en ser sinceros con lo que queremos.
Hablarnos con honestidad
- Tememos ver nuestras sombras interiores, nuestros miedos y nuestra vulnerabilidad. Huimos de ello viviendo hacia fuera. "No te entregues a tus miedos -dice el alquimista en la obra de Paulo Coelho-; si lo haces, no podrás hablar con tu corazón".
- Dedicamos poco tiempo a la reflexión y al auténtico diálogo. Tenemos conversaciones pendientes con nosotros mismos y con otras personas. Al irlas posponiendo, funcionamos más con el piloto automático, con patrones de comportamiento "habituales". Las conversaciones sinceras nos facilitan ver con claridad lo que tenemos que conservar, mejorar o modificar. Hagamos una lista de conversaciones pendientes y dediquemos un tiempo para tenerlas. Dejemos de posponer y abrámonos al diálogo.
- Nos preocupa excesivamente la opinión de los demás. Nos evaluamos basándonos en la visión que el otro tiene de nosotros. Pero seríamos más felices y tendríamos una mejor autoestima si nuestro sistema de autoevaluación se rigiera por nuestros valores, nuestra ética de la responsabilidad y nuestro diálogo interior. Sin embargo, desde jóvenes aprendimos a depender de la aprobación ajena. Cuando hacíamos algo correcto según su mirada, se nos consideraba buenos. Y confundimos esa mirada de aprobación con amor. Pero cuando hacíamos algo erróneo según su mirada, se nos etiquetaba de "malos" y se nos negaba esa ola de energía apreciativa. Así aprendimos desde la infancia a creer en "ser bueno" o "ser malo" y creció en nosotros el sentimiento de culpa, cuya esencia es el autorreproche moral. Aunque preferimos culparnos que cambiar un patrón. Ser sinceros con nosotros mismos es ir a la raíz de lo que debemos arreglar. La culpa nos avisa de ello. Si nos disponemos a verlo, a dialogar y a aclararlo, vamos bien encaminados.
Estamos constantemente conversando con nosotros mismos. Incluso cuando no somos conscientes de ello, nuestra mente está en una cháchara constante. Cuando los pensamientos que creamos son inconexos entre sí, las palabras provocan ruido mental, que supone una polución de pensamientos inútiles y sin sentido. En esos momentos es bueno pararse, respirar profundo, centrarse y conectar con lo que sentimos. Así recuperaremos la sinceridad de la palabra que surge del corazón.
Ser sinceros con nosotros mismos implica escucharnos. Hay muchas voces internas que nos hablan, como son la voz del miedo, del ego, de la avaricia y los deseos, del pasado, de la autoestima, de los valores, de nuestros anhelos más profundos, además de las voces de las personas que tienen relación con nosotros y que nos dan su opinión. Para tomar decisiones adecuadas es necesario tener un buen discernimiento. ¿A qué decimos sí y a qué decimos no? Necesitamos estar centrados. Eso se consigue meditando.
También nos ayuda a decidir el tener claros nuestros objetivos. Así podremos evaluar cuáles de las oportunidades que se nos presentan nos acercan a lo esencial y cuáles nos alejan. Aunque en nuestra conciencia sabemos que a veces deberíamos decir "no", decimos "sí" por miedo a ofender, a parecer incapaces, por vergüenza, para evitar un enfrentamiento o incluso por culpabilidad de no estar ahí para alguien. Entonces es un "sí" con sumisión, en el que nos dejamos llevar por la inercia. Gandhi escribió: "Debemos negarnos a dejarnos llevar por la corriente. Un ser humano que se ahoga no puede salvar a otros".
Nuestro yo interior
"Somos una conversación" (Hölderlin)
Tanto si decimos "sí" o si decimos "no", cuando la decisión se basa en algún miedo, tendremos que justificarla e internamente nos sentiremos inseguros porque nuestro corazón no está ahí. Una decisión basada en el temor y con el objetivo de mantener una aparente seguridad, paradójicamente, nos mantiene inseguros por dentro. No hemos sido sinceros con lo que sentimos.
Se trata de aprender a decir "sí" o decir "no" con asertividad, con respeto hacia uno mismo y hacia el otro. Decir "no" con asertividad y con energía positiva implica que lo hemos reflexionado, que tenemos buenas razones para decir "no". Nuestro "no" surge de una energía positiva y no del rechazo, ni del rencor. Sentimos empatía hacia la persona o situación. Pero le explicamos que no es el momento y le ofrecemos alternativas.
Escuchar nuestra conciencia
Estamos condicionados mentalmente a juzgar. Nuestro juez interior etiqueta a los demás y a nosotros mismos. Entrar en un espacio de conversación sincera con uno mismo requiere manejar a nuestro saboteador y juez interior que no acepta lo que es, que etiqueta precipitadamente y reprime la voz de nuestra intuición, de nuestro corazón. Necesitamos un diálogo que nos permita poner al crítico interior "en su sitio", que deje de reprimirnos y de obstaculizar nuestras ilusiones. Para ello debemos escuchar la voz de nuestro corazón y atrevernos a seguirla. En la reflexión silenciosa conectamos con lo que realmente queremos, y desde ahí iniciamos el diálogo sincero.
Ser sincero con uno mismo es una liberación, ya que uno deja de intentar ser otra persona. Dejamos de estar divididos entre dónde estamos y dónde nos gustaría estar, eliminamos la tensión entre el aquí y el allí. Dejamos de compararnos continuamente con los demás. Nunca podemos ser otro. Cuando queremos aparentar y vivir la vida como la vive otro, dejamos de estar presentes y negamos nuestra excepcionalidad, belleza y valor como individuos. La sinceridad nos conecta con ello estando presentes en nosotros mismos. Esta presencia facilita alinear la voz de nuestra conciencia con lo que decimos y hacemos. Así, nuestras decisiones son coherentes con nuestros valores.
C.Interior
divendres, 2 d’agost del 2013
RELACIONES HUMANAS
Muchas veces y casi sin saber cómo acabamos vinculados a personas "tóxicas" esas que siempre tienen un comentario negativo o un panorama tan gris que desanimaría hasta al más optimista. Y justamente porque su actitud y comentarios acaban siempre mermando nuestro buen humor, en unComo.com te damos algunas claves para que sepas cómo identificar a la gente negativa y aprendas a neutralizar su presencia.
La importancia
Identificar a las personas negativas es un paso muy importante pues te permitirá saber quién puede aportarle a tu vida cosas buenas y quien no. Si se trata de una persona que apenas conoces podrás limitar el contacto con ella y si es un ser querido trabajar para disminuir sus efectos negativos sobre tus emociones y vida.
Los envidiosos
Uno de los tipos de personas más negativas que podemos encontrar en nuestro camino son aquellos que envidian nuestro éxito y todo lo bueno que ocurre en nuestra vida. Suelen demostrarlo con comentarios irritantes y actitudes de desagrado o escepticismo cuando alcanzamos algo bueno. Además las personas envidiosas buscan siempre ser el centro de atención aún cuando seas tu el protagonista de un suceso positivo. La mejor forma de neutralizar a este tipo de personas es limitando la información que compartimos con ellos, ante una buena noticia rodéate de quienes se alegran por ti y te dan solo buenas energías
Siempre podría ser mejor
Hay un tipo de personas negativas que pueden pasar con disimulo durante mucho tiempo hasta que llegamos a conocerlos bien, son los que constantemente alegan que siempre habría podido ser mejor, personas inconformes con su vida y la del otro. Por ejemplo si tu compras un coche nuevo y estás feliz por ello este tipo de personas dirán "está bonito pero sería mejor con asientos de cuero ¿no crees?", si sacas una buena nota entonces dirán "que bueno, pero el examen estaba fácil ¿no te parece?". Nunca nada es suficiente, por eso lo mejor es no permitir que su actitud llegue hasta ti, si tu están feliz con tu logro entonces úsalo como escudo, disfruta el momento y no permitas que nada de esto entre en tu mente
El que siempre se queja
Si hay un tipo de persona negativa que puede llegar a consumir nuestra energía rápidamente es aquella que se queja constantemente por todo, desde el país y la economía hasta detalles básicos como la comida de un restaurante o el plan que han elegido para pasar la noche del sábado. Si es posible lo mejor es limitar el contacto con alguien así, pero cuando se trata de una persona íntima entonces debemos o ignorar sus contantes lamentos o combatirlos con respuestas positivas, algo que puede neutralizar al otro con el tiempo hasta el punto de que entienda que contigo las quejas no tienen ni apoyo ni feedback
El chismoso viperino
Recuerda siempre esto: una persona que constantemente habla mal de absolutamente todo el mundo que lo rodea también hará lo mismo contigo, no eres la excepción, por eso las personas chismosas que siempre encuentran el lado negativo de cada situación y la usan para crear rumores son de mucho cuidado, y con ellos NO DEBES compartir información muy personal, delicada o que no pueda ser divulgada, pues en este caso los estragos pueden ser mayores
Usa tu intuición
Identificar a la gente negativa no es una tarea difícil, solo requiere de atención y es que al final del día quien no tiene nada bueno que aportar resulta fácil de señalar. Recuerda que es importante mantener la mente siempre en positivo y cargarnos de energía beneficiosa para permitir que las cosas buenas lleguen a nosotros, por eso trabaja en neutralizar a aquellos que te rodean y que sabes que no te benefician para hacer que tu rutina diaria no se vea afectada por comentarios desagradables, chismes de pasillo y negatividad.
C. Interior
C. Interior
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