La inteligencia emocional es la capacidad de comprender emociones y conducirlas, de tal manera que podamos utilizarlas para guiar nuestra conducta y nuestros procesos de pensamiento, para producir mejores resultados.
Incluye las habilidades de: percibir, juzgar y expresar la emoción con precisión; contactar con los sentimientos o generarlos para facilitar la comprensión de uno mismo o de otra persona; entender las emociones y el conocimiento que de ellas se deriva y regular las mismas para promover el propio crecimiento emocional e intelectual.
Los cinco componentes de la Inteligencia Emocional en la práctica:
1. El autoconocimiento consiste en conocer los propios estados internos, preferencias, recursos e intuiciones. Este autoconocimiento comprende, a su vez, tres aptitudes emocionales:
1. Conciencia emocional: Reconocimiento de las propias emociones y sus efectos;
2. Autoevaluación precisa: Conocimiento de los propios recursos interiores, habilidades y límites; y
3. Confianza en uno mismo: Certeza sobre el propio valer y facultades.
2. La autorregulación consiste en manejar los propios estados internos, impulsos y recursos. Esta autorregulación comprende, a su vez, cinco aptitudes emocionales:
1. Autodominio: Mantener bajo control las emociones y los impulsos perjudiciales;
2. Confiabilidad: Mantener normas de honestidad e integridad;
3. Escrupulosidad: Aceptar la responsabilidad del desempeño personal;
4. Adaptabilidad: Flexibilidad para reaccionar ante los cambios; y
5. Innovación: Estar abierto y bien dispuesto para las ideas y los enfoques novedosos y la nueva información.
3. La motivación son las tendencias emocionales que guían o facilitan la obtención de las metas. Esta motivación comprende, a su vez, cuatro aptitudes emocionales:
1. Afán de triunfo: Afán orientador de mejorar o responder a una norma de excelencia;
2. Compromiso: Alinearse con los objetivos de un grupo u organización;
3. Iniciativa: Disposición para aprovechar las oportunidades; y
4. Optimismo: Tenacidad para buscar el objetivo, pese a los obstáculos y reveses.
4. La empatía es la captación de sentimientos, necesidades e intereses. Esta empatía comprende, a su vez, cinto aptitudes emocionales:
1. Comprender a los demás: Percibir los sentimientos y perspectivas ajenas, e interesarse activamente por sus preocupaciones;
2. Ayudar a los demás a desarrollarse: Percibir las necesidades de desarrollo de los demás y fomentar su capacidad;
3. Orientación hacia el servicio: Prever, reconocer y satisfacer las necesidades del cliente;
4. Aprovechar la diversidad: Cultivar las oportunidades a través de personas diversas; y
5. Conciencia política: Interpretar las corrientes sociales y políticas.
5. Las habilidades sociales son las habilidades para inducir en los otros las respuestas deseadas. Estas habilidades sociales comprenden, a su vez, ocho aptitudes emocionales:
1. Influencia: Implementar tácticas de persuasión efectiva;
2. Comunicación: Escuchar abiertamente y trasmitir mensajes convincentes;
3. Manejo de conflictos: Manejar y resolver desacuerdos;
4. Liderazgo: Inspirar y guiar a individuos o grupos;
5. Catalizador de cambios: Iniciar o manejar los cambios;
6. Establecer vínculos: Alimentar las relaciones instrumentales;
7. Colaboración y cooperación: Trabajar con otros para alcanzar objetivos compartidos;
8.Habilidades de equipo: Crear sinergia para trabajar en pos de las metas colectivas.
Las competencias interpersonal e intrapersonal
Ambas partes de las que está formada la inteligencia emocional incluyen una serie de competencias.
Las pertenecientes a la
inteligencia interpersonal, vienen siendo objeto de formación de directivos desde hace años, en cambio las competencias de la inteligencia intrapersonal, como la conciencia de uno mismo, la autorregulación y la automotivación es, de tratamiento novedoso en el campo empresarial, por ello, todavía no se encuentran dentro de los proyectos de formación para directivos, es más estos no están acostumbrados a cuestionarse sus actitudes vitales.
Las competencias de la
inteligencia intrapersonal como la conciencia de uno mismo, y la automotivación, no se pueden aprender en unas sesiones tradicionales de formación. Sin embargo, éstas pueden servir para despertar las conciencias, encender la luz, ver que hay otros caminos para iniciarse en el conocimiento de uno mismo. Estas son competencias que se desarrollan haciendo un intenso trabajo personal realizado normalmente con ayuda externa de un coach mentor o entrenador mental.
El primer paso consiste en descubrir cuáles son nuestros valores, el siguiente analizar las creencias que nos hemos formado alrededor de esos valores. Los valores son pensamientos que tenemos sobre las cosas, y a partir de esos pensamientos definimos creencias, las cuales pueden resultar limitadoras o potenciadoras, tanto para juzgar a los demás, como para validar o justificar la forma en que nos comportamos.
Para ahondar en el autoconocimiento de la persona, es necesario recurrir a herramientas que faciliten este proceso y aceleran su ejecución. Los tests tradicionales, sólo muestran una parte del individuo, definiendo un estilo de personalidad, en función de los comportamientos; pero no profundizan demasiado en el origen del mismo, es decir, en los valores y creencias que constituyen el punto de partida con relación a la forma individual de percibir la realidad y el parámetro vital que definirá el comportamiento de la persona.
Los valores tienen un origen en la educación recibida en la infancia, pueden ser genéticos o también ser la expresión de la esencia de nuestro ser. Sea cual fuere el origen, lo importante es tomar conciencia de cuáles son y analizar las creencias que hemos desarrollado en función de ellos, para poder someterlas a una revisión, con la voluntad de asumirlas o replantearlas.
La labor de autoconocerse representa una ardua tarea enmarcada en un proceso de desarrollo personal, para lo cual existen diversas vías, unas más rápidas que otras. De las herramientas disponibles, sólo algunas son conocidas y utilizadas en el mundo empresarial.
El coaching o entrenamiento personalizado por ejemplo, es un sistema en el cual, el coach ayuda al entrenado a descubrir sus pautas limitadoras de comportamiento. Sin embargo, para que esta ayuda sea posible, el coach tiene que ser una persona a su vez muy desarrollada personalmente, con una claridad de mente y un profundo autoconocimiento personal, además de tener una base psicoanalítica que le permita poder trabajar con la parte sumergida del "iceberg" del comportamiento.
La inteligencia emocional significa entre muchas otras cosas la capacidad para expresar a plenitud la conducta ética, rica en valores humanos y esencia de nuestra propia humanidad.
Crecimiento Interior